¿Quién es una Doula?

"Doula" es la persona que acompaña, apoya y contiene a una mujer en el embarazo, parto y postparto, recordándole su fuerza y sabiduría interior en el viaje hacia la maternidad.
El término proviene del vocablo griego que significa esclava o sirviente, y designaba a la persona que ayudaba a la mujer principal de la casa durante su proceso de parto y postparto. Tradicionalmente, los conocimientos sobre el embarazo, parto y puerperio, se transmitían de madres a hijas, o entre mujeres de la misma familia, del mismo clan, de la misma aldea.
Las niñas crecían impregnándose de la vida, siendo testigos de nacimientos, aprendiendo los primeros cuidados que precisa el recién nacido. Con los años iban comprendiendo que el parto es un proceso más de la vida sexual de la mujer, es algo natural para el que no es necesario “prepararse”, tan sólo hay que abandonarse y conectar con nuestro poder como siempre hemos hecho. Existía la figura de la Comadre.
Debido a las circunstancias laborales y la forma de vida en la sociedad actual, las redes de apoyo entre mujeres prácticamente han desaparecido.
A demás, el concepto de familia nuclear hace que sea la pareja en soledad la que tenga que afrontar la maternidad, sin apoyo del clan.
La mujer comienza este viaje sin referentes claros, cercanos, de otras mujeres. Muchas no han estado presentes en un nacimiento, ni han visto amamantar.
El modelo que conocen, les llega a través de revistas especializadas, libros…que a menudo muestran una imagen idílica y poco realista de la maternidad, lo que les hace caer un estado de falta de confianza, soledad y frustración por no cumplir ese estereotipo.

De pronto, la madre siente que no está viviendo la experiencia maravillosa y féliz que esperaba. Cuando tiene el privilegio de encontrarse con otras mujeres en su misma situación, descubre que esos sentimientos de temor, soledad, de desconfianza, de ira y frustración por las prácticas a las que se ven sometidas, a veces pudiendo ser evitadas, como la separación de su bebé nada más nacer, las cesáreas innecesarias y muchas otras tan habituales hoy en día.

Por ello, la primera misión de la Doula es informar en clave positiva y abierta de lo que supone la experiencia de la maternidad y del nacimiento a las mujeres embarazadas, a la pareja, a la familia. Explicando con naturalidad que ese cóctel de emociones y miedos que sienten es normal, pero que si confían en su poder, y reafirman el vínculo de la pareja todo va a ir encajándose en el momento clave porque la fuerza de la vida está por encima de todo.
Los acompañamientos se realizan donde la mujer lo necesite, en casa, en el hospital, en la casa de partos. La Doula está presente, respetando e informando, conteniendo desde la más amorosa paciencia. Refuerza la unión de la triada, para que el hombre ocupe su lugar sin sentirse desplazado o inútil. Contiene sin ser vista, atenta, actuando cuando es necesario para evitar una intervención excesiva.
A lo largo del embarazo las necesidades de la mujer van cambiando, y la Doula tiene los conocimientos para apoyarla en las diferentes etapas, resolviendo sus dudas y adaptándose a sus tiempos y prioridades.
Así, durante el embarazo aporta información y sugiere ideas sencillas para facilitar a la mujer todo el proceso. Le ayuda a realizar su plan de parto. Afronta junto a ella las cuestiones necesarias para anticiparse y evitar dificultades en el nacimiento.
Acompaña a la futura madre en su crecimiento personal para recibir al nuevo ser.
En el parto, está presente, respetando su espacio, su silencio, atenta a todo para que la mujer tenga el máximo confort y evitando las influencias externas que podrían bloquear el proceso normal y parar la secreción de las hormonas necesarias en el parto.
Apoya y tranquiliza a la familia, colabora con el equipo médico que esté presente, y se convierte en la guardiana personal del bienestar de la madre y su bebé a punto de nacer.

Tras el nacimiento, ayuda a reforzar el vínculo materno y a asentar la triada que acaba de crearse. Resuelve las dudas y proporciona las pautas necesarias para que la lactancia sea fácil, y que la madre no se sienta desbordada ante la nueva situación.
Gracias a la presencia continuada de una Doula, la mujer se siente acompañada en su viaje a la maternidad, se siente segura y empoderada, se refuerzan los lazos familiares, se reafirma el vínculo y puede así disfrutar en plenitud de esta etapa tan especial de la vida.
Existen numerosos estudios que demuestran que la presencia de una Doula evita muchas de las posibles complicaciones en el nacimiento y primeros días de vida del bebé. Se reduce el número de cesáreas, el parto es más corto, menos oxitócina sintética, menos epidural, mejor lactancia, etc. Es importante que el parto se desarrolle en un ambiente de seguridad y confianza para que el cuerpo de la mujer pueda segregar las hormonas. Es necesario conocer algunas situaciones que actualmente son habituales y pueden bloquear el proceso del parto.
Cualquier activación del neocortex detiene la secreción de hormonas como la oxitócica, necesaria para la normal dilatación, la disminución del dolor y la creación del vínculo afectivo, entre otras cosas. Si hacemos repetidas preguntas a la mujer en este momento, si no respetamos su intimidad, activamos sus miedos, la exponemos a una luz intensa y a demás le alejamos de sus seres queridos en un momento tan delicado, es un milagro que esa mujer pueda parir.
La información puede evitar muchas de esas situaciones. Podemos mejorar la forma en que se llevan a cabo los nacimientos, evitando que esos niños carguen con una mochila tan pesada desde tan temprano.
Para acompañar a mujeres y a familias en esta etapa, es imprescindible disponer de herramientas para poder gestionar nuestras emociones y contener al entorno.
Por ello, es tan necesario que una Doula haya realizado cierto trabajo personal y haya sanado su propio nacimiento pues lo revivirá en cada parto que acompaña.
De igual manera, cada mujer en el momento de parir activa los patrones generados en su nacimiento. Es lógico, por tanto, pensar que cuanto más liberación e integración hayamos realizado de nuestro propio proceso, más sencillo será el momento del alumbramiento.
En estos tiempos en los que es tan necesario recuperar los valores olvidados, imprescindibles para el bienestar de esta sociedad, tenemos una gran oportunidad porque si cambiamos la forma de nacer cambiamos el mundo.
Sabemos que la experiencia que el nuevo ser tiene en su llegada a este mundo, genera una especie de mapa psicológico donde quedan cristalizados los miedos, el dolor, la separación, el rechazo, etc. de forma que a lo largo de la vida repetimos esos patrones y atraemos una realidad basada en pensamientos limitadores que nos impiden tener una vida plena y libre de condicionamientos.
A través de técnicas como el Masaje Metamórfico y la Respiración consciente, Rebirthing, podemos liberarnos de esos patrones y recuperar nuestro poder para ser más felices. Los condicionamientos que se crean desde la concepción hasta después del nacimiento se pueden liberar, llegando a un conocimiento más profundo de uno mismo. Es posible cambiar los códigos de nuestra mente y nuestra memoria celular.
De todo esto surge la necesidad de crear una formación específica como esta, donde preparar a personas para esta labor. Se trata de un viaje interno de nueve seminarios, nueve meses para profundizar en nuestro inconsciente y liberar los viejos patrones. Una oportunidad para conocerte, integrar las experiencias vividas y adquirir la destreza y las herramientas necesarias para ayudar a otros.
Para crecer como individuos y para desarrollarnos como sociedad es necesario tomar conciencia y cambiar la forma de nacer para crear un mundo más humanizado y consciente.

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